Tu pluma sin mí.

Si supieras cuanto tiempo paso al día luchando para dejar de pensar en ti.
A veces, cuando cae la noche, mi cuerpo solo quiere estar contigo, en la oscuridad.
Allí, entre las tinieblas, donde nadie es feliz, donde nadie es nada.
Cuando pasan los segundos que dan sonido a mi muñeca derecha, imagino tu cuerpo que vuelve a la claridad. A veces, sueño demasiado.
Mis brazos se alzan, quieren volar, como lo hacen los Ángeles que te acercaron a la paz.
Pero tú no estás y ya no tiene sentido volar.
No sé dónde estás,
si entre el bien o el mal.
No sé que grado hay que alcanzar para salvarnos de aquello que llamamos infernal.
El viento sopla pero mis brazos vuelven a bajar.
Mis manos tiemblan y no tienen color.
Una pluma reposa en mi mejilla. No veo de qué color es.
Si tú la ves, donde quiera que estés, llévatela y con tu aguja y tu dedal, en mi ala…cósela.
Cuando un susurro eterno venga a por mí, ese mismo instante me unirá a ti.
No sé dónde estás,
si entre el bien o el mal.
No sé qué grado hay que alcanzar para llegar a tu paz, pero si sabré de qué color es la pluma que aquella noche en vida rocé.


Mar Molina.

(6/04/10)

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