La lluvia

En silencio, un cristalino sonido abre sus ojos.
Verdes, como el color de las hojas que tanto desea que vuelva,
aún sabiendo que falta mucho para que dejen de ser rojas.
Sonríe…porque este año no hay sed…
porque sus labios serán empapados de agua que nunca suele estar acurrucada entre sus manos.
Ya no tendrá churretes,
porque sus pies “vuelan” en busca de la orilla más oportuna.
Se refleja en el agua clara que poco tiempo durará,
al querer cambiar de color.
El elegido será el color chocolate que,
poco a poco es gastado de la paleta de colores de su traviesa cara.
Traviesa como el viento,
que hace que su velo teñido vuele y desaparezca de su piel.
El color turquesa y amarillo de su fino telar,
entre mis manos lo tengo.
Sigue lloviendo…
y sigue creciendo.
El río que ahora es del color del café,
no es mi amigo, porque me abraza.
No quiero quererte tanto.
Pero con ayuda de su aliada lluvia,
insiste…
me abraza cada vez más fuerte,
hasta que me baña.
Mañana, al despertar…, sus ojos verdes no estarán tristes…,
porque su cara será nuevamente la paleta de colores necesaria para pintar alegría.
Alegría trabajada con el roce de sus mejillas junto a las mías.



Mar Molina.

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