Un mundo cíclico

Cuando un rayo de plata nos atraviesa la piel,
El fuego de nuestra sangre, se derrama.
Cada uno de nuestros poros
empieza a florecer en campos limpios y luminosos.
Ellos solos se disecan...
diseñando un nuevo rumbo
para los que sencillamente paseamos
por un mundo donde ya todo lo sabe,
donde el cuerpo se detiene
en la vuelta que menos le aburre.


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